miércoles, 30 de diciembre de 2015

¡VETE!

No puedo decir que fue inesperada; inesperada no, pero sí sorpresiva. Tu llegada hace unos días me ha tenido en un estado de inenarrable depresión sin ánimos de hacer nada. Prácticamente, desde que llegaste, estoy esperando que te vayas lo antes posible y vuelva la tranquilidad a mi vida. Me duele mucho decirlo y lo hago con un nudo en la garganta que me hace difícil articular palabra, pero tu insoportable presencia ha causado que las lágrimas no cesen de brotar de mis ojos, quizás tenues pero, aún así, constantes, nublándome la visión y la razón. Eres el motivo por el que personas cercanas a mí me eviten y que, por ésto, para no perjudicar a otras, yo también he tenido que mantenerme distante de ellas. Sí, lo admito, tu presencia me quita la respiración, tu presencia hace mis reflejos más lentos, tu presencia me atonta, tu presencia me afecta demasiado. No, no te confundas, no es que tenga sentimientos encontrados por tí, no. El único sentimiento que puedo tener por tí es el de rechazo, pero tú no lo entiendes e insistes en volver. ¿Por qué te empecinas en torturarme de esta manera?  ¿Por qué no me dejas tranquilo? ¿Por qué no te vas de una vez, gripe maldita?

No hay comentarios:

Publicar un comentario