martes, 17 de agosto de 2021

OKĀ (MAMÁ)

Hace cinco años, el día que despedimos a papá, tú no pudiste estar presente para darle el último adiós al compañero y amor de tu vida porque la enfermedad que finalmente te ha apartado de nosotros ya había empezado su duro proceso y te impidió estar, en ese momento, en el mismo lugar donde te estábamos despidiendo a tí. Pero, ahora, papá y tú ya pueden estar juntos, reunidos nuevamente. 

Mientras escuchaba el responso, recordaba los momentos contigo. Momentos como ese cuando, por primera vez, papá se había ido a un largo viaje, largo no solo para un mocoso de cuatro años como era yo sino largo para cualquiera, porque había viajado al otro lado del mundo, a la tierra de sus padres, a la tierra donde había vivido su infancia y adolescencia. Tú estabas sentada a mi lado en el comedor viendo cómo le escribía mi primera carta, ayudándome a poner las palabras que aún no conocía sobre el papel en ese tiempo en que aún no existían los correos electrónicos ni las redes sociales y las comunicaciones podían demorar días, semanas o meses, como fue que demoró mi carta que el tío Yasu, no mi hermano sino el papá de Teruko, que se había quedado un tiempo más de visita allá donde se habían ido juntos, tuvo que traer y entregársela ya a su regreso. Momentos como esos cuando papá se pasaba un poquito en alguna celebración y tú te molestabas y lo regañabas como a un niño, como si se tratara de mis hermanos o de mí, pero luego estabas al pendiente de él hasta que se recuperara. O, cuando me acerqué a ustedes y les dije que iban a ser abuelos. Luego de un primer momento en donde vi sus caras de sorpresa, me hablaron, me aconsejaron y me apoyaron como siempre lo han hecho. 

En cada recuerdo que viene a mi mente, siempre están papá y tú juntos. Siempre cuidándonos, siempre engriéndonos, siempre aconsejándonos, siempre enseñándonos a ser buenas personas, buenos padres y, no se si en un futuro no muy lejano, quizás mucho menos lejano para mí que para mis hermanos, buenos abuelos.

Sé que, aunque ya no podías expresarlo (ya no tenías cómo decirlo), cuando él partió, su ausencia te dejó con un gran dolor, con un gran vacío. Pero, ahora, ya están juntos allá donde él te estaba esperando. Ya ese dolor de la separación terminó y están juntos nuevamente. Y, juntos desde allá, siguen viéndonos y cuidándonos. 

Gracias por tus cuidados, gracias por tus consejos, gracias por haber sido, gracias por ser, una gran madre pero también una muy buena amiga.

Por favor, sigue cuidándonos. Te amamos.

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