Mientras recorría los últimos kilómetros antes de llegar a la meta, una arenga sonaba en mi cabeza “¿Quienes somos? ¡Crema rUnners!”… “¿Quienes somos? ¡Crema rUnners!”… Por mucho tiempo estuve saliendo a correr y entrenar por mi cuenta, yo solo. Por supuesto que me gusta la compañía de mis seres queridos y amigos pero hay momentos que disfruto en soledad, acompañado solamente de mis propios pensamientos y uno de esos momentos es cuando salgo a correr. Pero, desde hace unos meses, disfruto también hacerlo acompañado junto a este grupo al que me uní luego de conocerlo por casualidad a través de las redes y saber que compartían mi pasión por el mejor y más grande de los equipos del Perú y por el running. Después de haber pasado año y medio inactivo por el confinamiento social de la primera parte de la pandemia y, luego, por un par de desafortunadas lesiones que sufrí cuando recién se volvía a tener libertad de tránsito, estuve poco más de un año entrenando, como siempre, en solitario, como solía hacerlo antes, sin mucha regularidad y, por eso, muy poco avance, hasta que supe de la existencia de un grupo de hinchas cremas que también les gustaba correr. Mi primera experiencia corriendo con ellos fue cuando organizaron “la primera carrera del hincha Crema”, luego vinieron “el trote de Lolo” y los madrugadores entrenamientos sabatinos en el faro de Miraflores y, ya formando parte del team, la Media Maratón de Lima. El entrenar con ellos me enseñó a mantener la constancia que necesitaba para completar retos como éste que acabo de cumplir; porque en este grupo está presente ese espíritu guerrero, esa característica garra crema que nos motiva y de la que estamos orgullosos como hinchas de Universitario de Deportes.
Pero, hay una persona que me acompaña desde que empecé a participar en estas carreras, desde mis primeros 5k. Madruga conmigo para acompañarme en la partida y esperarme en la meta. Es mi compañera de vida desde hace once años y desde entonces me apoya y alienta en mis locuras, como ésta de meterme a sufrir por cuarenta y dos kilómetros porque sabe que, luego del sufrimiento, llegará la alegría y satisfacción de haber completado el reto. Gracias por estar siempre conmigo.
Y habrá nuevos retos, pero, mientras vienen, seguiré disfrutando de este último luego de terminar exhausto pero satisfecho, diciendo nuevamente ¡Reto cumplido!
Que excelente relato José. Tenemos muchísimo en común aunque a primera impresión no parezca. Y dale U toda la vida.
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